domingo, 28 de julho de 2013

Mejor no pensar mucho...


Les propongo un ejercicio interesante para leer la Carta de la Tierra. Tratemos de leerla con los ojos de una persona privada de liberta, de uno de estos países hipotéticos, de una región hipotética donde la exclusión es la regla y la desigualdad está aceptada como una realidad más, como el cielo es azul o como brilla el sol. Es difícil, pero tratemos de imaginar una región así.

Y porque usted, como privada o privado de libertad, estaba inserida o inserido en el peor lado de esta sociedad desigual, usted nunca supo en realidad a que se referían estas cartas internacionales de derechos individuales. Nunca entendió muy bien el concepto de “justicia social”, ni de educación para todos, ni de salud para todos. La vida delictiva fue el camino más fácil para tratar de disminuir las diferencias entre la situación de su familia y las otras que vivían en estos edificios de lujo.  

Y porque la justicia es tan efectiva cuando los derechos de a gente de los edificios bonitos son violado, usted sufrió la punición máxima de una sociedad relativamente preocupada con los estándares mínimos internacionales de los derechos humanos: la pérdida de su libertad. Tal vez usted hubiera pensado que sería la perdida de una libertad más, entre tantas otras libertades a que nunca tuvo acceso. Pero siendo una persona positiva, usted pensó que a lo mejor ahora, en su situación de persona privada de libertad usted gozaría de los derechos humanos de que la gente tanto hablaba. Un día en la prisión y fue suficiente para entender que aquél era una ambiente de más exclusión, de más violencia, escondido en un discurso a veces sin sentido de “reintegración social”. Cuando escuchaba este término, usted pensaba si de hecho algún día de su vida usted estuvo de verdad integrado en esta sociedad. No, no, no mejor no pensar mucho en ello.

En una de estas actividades educativas alguien le leyó la Carta de la Tierra. Usted no entendía muy bien que es lo que usted hacía ahí en esta clase, ni de lo que hablaba el profesor pero sus compañeros de celda le habían dicho que este día de clase le quitaría un día de pena, o tal vez más... Por qué no hacer el esfuerzo de escuchar?

Y entonces usted empezó a escuchar que la “Tierra es una”, que “deberíamos a aprender a vivir como una familia”. Usted no sabe muy bien quien escribió este texto pero seguramente él o ella nunca han caminado por las calles de su ciudad. O el concepto de familia había mudado totalmente o esa historia de “familia de la humanidad” era una mentira.

Luego usted escuchó que “Los beneficios del desarrollo no se comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobres se está ensanchando. La injusticia, la pobreza, la ignorancia y los conflictos violentos se manifiestan por doquier y son la causa de grandes sufrimientos.” Ahí sí todo estaba claro, al menos alguien dijo la verdad. Pero cuando el profesor empezó con una historia de “cuidarnos unos a otros” las cosas complicaron en su cabeza. Luego, el profesor explicó alguna cosa sobre “responsabilidad compartida”, que las naciones ricas tenían más responsabilidad en cuidar del planeta y disminuir la desigualdad. Usted pensó si eso no se aplicaba también en su ciudad. Si la gente del edificio bonito tenía algún tipo  de responsabilidad. Pero mejor no pensar mucho en ello.

 

Y entonces usted mismo empezó a leer en la Carta de la Tierra que nosotros deberíamos: “Habilitar a todos los seres humanos con la educación y con los recursos requeridos para que alcancen un modo de vida sostenible y proveer la seguridad social y las redes de apoyo requeridos para quienes no puedan mantenerse por sí mismos.” Y más abajo “reconocer a los ignorados, proteger a los vulnerables, servir a aquellos que sufren y posibilitar el desarrollo de sus capacidades y perseguir sus aspiraciones.” Y más abajo: “Brindar a todos, especialmente a los niños y los jóvenes, oportunidades educativas que les capaciten para contribuir activamente al desarrollo sostenible”. Claro que usted pensó en sus hijos.  Y también que mañana sería día de visita. Pero no estaba seguro si es que sus hijos estaban recibiendo toda esta educación para su desarrollo.

 

Luego de leer todo, usted pensó que tal vez la Tierra no sea una. Que tal vez haya muchas tierras, dependiendo el lugar donde uno viva, o cumpla su pena. Y que tal vez este texto no serviría para nada, pero alguien estaba pensando en eso al menos. Y ya era hora de la comida. Mejor no pensar mucho en ello.