Les
propongo un ejercicio interesante para leer la Carta de la Tierra. Tratemos de
leerla con los ojos de una persona privada de liberta, de uno de estos países
hipotéticos, de una región hipotética donde la exclusión es la regla y la
desigualdad está aceptada como una realidad más, como el cielo es azul o como
brilla el sol. Es difícil, pero tratemos de imaginar una región así.
Y
porque usted, como privada o privado de libertad, estaba inserida o inserido en
el peor lado de esta sociedad desigual, usted nunca supo en realidad a que se
referían estas cartas internacionales de derechos individuales. Nunca entendió
muy bien el concepto de “justicia social”, ni de educación para todos, ni de
salud para todos. La vida delictiva fue el camino más fácil para tratar de
disminuir las diferencias entre la situación de su familia y las otras que
vivían en estos edificios de lujo.
Y
porque la justicia es tan efectiva cuando los derechos de a gente de los
edificios bonitos son violado, usted sufrió la punición máxima de una sociedad
relativamente preocupada con los estándares mínimos internacionales de los
derechos humanos: la pérdida de su libertad. Tal vez usted hubiera pensado que
sería la perdida de una libertad más, entre tantas otras libertades a que nunca
tuvo acceso. Pero siendo una persona positiva, usted pensó que a lo mejor
ahora, en su situación de persona privada de libertad usted gozaría de los
derechos humanos de que la gente tanto hablaba. Un día en la prisión y fue
suficiente para entender que aquél era una ambiente de más exclusión, de más
violencia, escondido en un discurso a veces sin sentido de “reintegración
social”. Cuando escuchaba este término, usted pensaba si de hecho algún día de
su vida usted estuvo de verdad integrado en esta sociedad. No, no, no mejor no
pensar mucho en ello.
En
una de estas actividades educativas alguien le leyó la Carta de la Tierra.
Usted no entendía muy bien que es lo que usted hacía ahí en esta clase, ni de
lo que hablaba el profesor pero sus compañeros de celda le habían dicho que
este día de clase le quitaría un día de pena, o tal vez más... Por qué no hacer
el esfuerzo de escuchar?
Y
entonces usted empezó a escuchar que la “Tierra es una”, que “deberíamos a
aprender a vivir como una familia”. Usted no sabe muy bien quien escribió este
texto pero seguramente él o ella nunca han caminado por las calles de su
ciudad. O el concepto de familia había mudado totalmente o esa historia de “familia
de la humanidad” era una mentira.
Luego usted escuchó que “Los beneficios del desarrollo
no se comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobres se está
ensanchando. La injusticia, la pobreza, la ignorancia y los conflictos
violentos se manifiestan por doquier y son la causa de grandes sufrimientos.”
Ahí sí todo estaba claro, al menos alguien dijo la verdad. Pero cuando el
profesor empezó con una historia de “cuidarnos unos a otros” las cosas
complicaron en su cabeza. Luego, el profesor explicó alguna cosa sobre “responsabilidad
compartida”, que las naciones ricas tenían más responsabilidad en cuidar del
planeta y disminuir la desigualdad. Usted pensó si eso no se aplicaba también
en su ciudad. Si la gente del edificio bonito tenía algún tipo de responsabilidad. Pero mejor no pensar
mucho en ello.
Y entonces usted mismo empezó a leer en la
Carta de la Tierra que nosotros deberíamos: “Habilitar a todos los seres
humanos con la educación y con los recursos requeridos para que alcancen un
modo de vida sostenible y proveer la seguridad social y las redes de apoyo
requeridos para quienes no puedan mantenerse por sí mismos.” Y más abajo “reconocer
a los ignorados, proteger a los vulnerables, servir a aquellos que sufren y
posibilitar el desarrollo de sus capacidades y perseguir sus aspiraciones.” Y
más abajo: “Brindar a todos, especialmente a los niños y los jóvenes,
oportunidades educativas que les capaciten para contribuir activamente al
desarrollo sostenible”. Claro que usted pensó en sus hijos. Y también que mañana sería día de visita.
Pero no estaba seguro si es que sus hijos estaban recibiendo toda esta educación
para su desarrollo.
Luego de leer todo, usted pensó que tal vez la Tierra
no sea una. Que tal vez haya muchas tierras, dependiendo el lugar donde uno
viva, o cumpla su pena. Y que tal vez este texto no serviría para nada, pero alguien
estaba pensando en eso al menos. Y ya era hora de la comida. Mejor no pensar
mucho en ello.